¿QUÉ ES EL CÁNCER DE VÍAS BILIARES?



Los conductos biliares proceden del hígado y conducen la bilis hacia el intestino, desembocando primero en la vesícula biliar.
De este pequeño órgano sale otro conducto biliar más grande, llamado colédoco, que es el que termina en el intestino delgado, en concreto en la segunda porción del duodeno, en la llamada “ampolla de Vater”. 

Cuando las células tumorales, con capacidad de invadir los tejidos sanos de alrededor y de alcanzar órganos alejados e implantarse en ellos, están ubicadas en las vías biliares, hablamos de un colangiocarcinoma.

Las células que recubren por dentro los conductos biliares pueden transformarse en células malignas, ocasionando un “colangiocarcinoma” que es el nombre que reciben los tumores malignos de las vías biliares, ya sea en su parte intrahepática o extrahepática, incluyendo al colédoco.
Cuando el tumor se sitúa en la bifurcación de los conductos biliares hepáticos se le llama Tumor de Klatskin”.

SÍNTOMAS DEL CÁNCER DE VÍAS BILIARES


Estos tumores dan síntomas por obstrucción del drenaje de la bilis, causando ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas).
La retención de bilis y su paso a la sangre también puede dar lugar a prurito (picor generalizado por todo el cuerpo).
Otros síntomas frecuentes, cuando la enfermedad está más avanzada, pueden ser: dolor abdominal, pérdida de peso y anorexia… o bien pueden estar relacionados con la localización de las metástasis.

CAUSAS DEL CÁNCER DE VÍAS BILIARES

La colelitiasis (cálculos o piedras en la vesícula biliar), patología muy frecuente, no es un factor de riesgo.
Se ha establecido una relación entre infecciones parasitarias hepáticas crónicas (muy raras en nuestro país) y una mayor incidencia de colangiocarcinoma.
También se conocen algunos carcinógenos externos (utilizados en plantas automotrices e industria del caucho).

EVOLUCIÓN DEL CÁNCER DE VÍAS BILIARES

Los tumores de las vías biliares son raros.
Suponen solamente el 1% de todas las patologías quirúrgicas de las vías biliares y menos del 0,5% de todos los tumores.

La edad de presentación habitual es en adultos de más de 60 años y es más frecuente en hombres que en mujeres.


La mayoría de los tumores que son tratados quirúrgicamente recaen a nivel local, es decir, el tumor vuelve a aparecer en el lecho de la resección, pudiendo provocar ictericia (obstrucción de la vía biliar) y fracaso de la función hepática.

El principal factor pronóstico es la posibilidad de resección completa del tumor, y que los márgenes de resección quirúrgica estén libres de infiltración tumoral microscópica.
Otro factor pronóstico importante es que no existan ganglios linfáticos regionales afectados.
Si se cumplen estos dos criterios la supervivencia a los 5 años puede ser de hasta el 50%. Los tipos histológicos papilares y el sexo femenino son factores de mejor pronóstico. El porcentaje de pacientes con supervivencia a los 5 años es sólo del 5 al 10%, considerando a esta enfermedad de forma global.

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